La semana pasada, Xàtiva perdió a uno de sus ciudadanos más queridos. Rosendo Alonso Pastor, de 102 años de edad, falleció dejando un vacío en el corazón de la ciudad. Rosendo fue uno de los últimos testigos del bombardeo que sufrió la estación ferroviaria de la capital de la Costera el 12 de febrero de 1939, una tragedia que marcó a Xàtiva para siempre.
En el documental que el Ayuntamiento de Xàtiva editó hace dos años, Rosendo habló sobre lo ocurrido en aquel fatídico día. Era un joven de 18 años cuando tuvo lugar la masacre y su testimonio fue estremecedor: “¿Quién espera un bombardeo en Xàtiva? ¿Quién se lo esperaba? Nadie”, se preguntaba ante las cámaras. Y luego relató: “Decían que habían bajado hombres muertos de los árboles, había un árbol grandísimo y de allí habían bajado a muchas personas. Los que fueron no lo sé. Esto de un bombardeo es criminal. Estaban los soldados y los familiares que habían ido a esperarlos para verlos y llevarles comida. Mataron a los soldados, pero también a particulares, a mujeres y a niños. Fue algo criminal”.
Rosendo era un hombre muy respetado en Xàtiva, no solo por ser uno de los últimos testigos de aquella tragedia, sino también por su trayectoria en la ciudad. Durante muchos años, regentó “La Regadera” o “Arruixadora”, una conocida casa de fontanería que estuvo abierta durante 207 años gracias a las diferentes generaciones de la familia Alonso que la gestionaron. El establecimiento fue fundado en 1793 y cerró sus puertas en abril del año 2003 por falta de continuidad en el seno familiar.
Los vecinos de Xàtiva lo recordarán por la regadera fabricada en metal de grandes dimensiones que se encontraba en la puerta de su tienda, acompañada de otros artilugios similares de tamaño más pequeño. Era una figura muy reconocida en la ciudad, querido por todos.
La muerte de Rosendo ha supuesto un duro golpe para la ciudad, especialmente para aquellos que lo conocieron y apreciaron. Su testimonio y su historia son parte fundamental de la historia de Xàtiva y siempre será recordado como un ciudadano ejemplar que luchó por la memoria de aquellos que sufrieron en la masacre de 1939.
Ayer, el tanatorio La Costera acogió la despedida de Rosendo, un testigo directo de la historia setabense. La ciudad se une en el dolor por su pérdida, pero también en la celebración de su vida y su legado, que permanecerán en la memoria de todos los que lo conocieron.
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